Después de un silencio prolongado durante la comida y esperando a que los invitados se fueran para buscar un poco de intimidad, las palabras salieron desbordadas como si el dique que las contenía se hubiera fracturado por la presión. Diez mil ideas se desparramaron a la vez en mi cabeza, mientras mi boca intentaba concadenarlas en un discurso que pareciera medianamente comprensible. En retrospectiva, el monologo de media hora se podía resumir en una sola pregunta ¿por qué no aceptamos que hay algo entre los dos que nos obliga a estar juntos?
No sé si valió la pena darle tantas largas a un asunto que con el tiempo empieza a volverse reiterativo. Hay algo entre los dos pero al parecer es tan indefinido que solo puede clasificarse como una amistad especial. A veces me arrepiento un poco de mostrarme tan vulnerable, sobre todo porque una sonrisa hubiera sido más que suficiente para expresarle lo que siento. Pero necesitaba liberarme de esa carga, no podía contener más esas palabras. La voz entre cortada y las lagrimas sellaron una abrazo de hasta pronto.
Esta misma escena se ha repetido unas cuantas veces, los diálogos de cada uno se han vuelto más complejos pero el argumento sigue siendo el mismo: ella lo busca, él la espera deseándola en los mundos posibles de su imaginación. Se encuentran. En medio de la conversación se entregan a sus ambiciones. Él se deja llevar por la ilusión de poseerla. Por su lado ella, sigue un juego en el que lleva ventaja, pues no está dispuesta a abandonar lo que ha conquistado con su libertad.
Perfectamente podría ser esta una escena vamipersca en donde el monstruo prolonga su mordida final para no quitarle la belleza de cada encuentro con su victima. En el momento en que el vampiro decide morder, la magia termina porque lo que motiva el encuentro es esa naturaleza distinta que atrae al ser inerte con la perfección viviente, la luz en la obscuridad; esa ley de las simetrías con formas disímiles pero compatibles. Entonces el final del hechizo que captura a la victima y al victimario queda postergado para la siguiente escena.
Es un juego que no cambia y en el cual cada unos es bueno asumiendo el papel que le corresponde. Ninguno quiere soltar los extremos del lazo que los une. Pero mientras él intenta tejer las fibras para construir un vinculo mas firme, ella destuerce los hilos para hacer el lazo mas flexible. Él busca marcar una línea cada vez mas cerca a ella, mientras ella prefiere ampliar o reducir la distancia a su antojo. En este momento de ir y venir, ninguno de los dos se atreve a hacer un movimiento en falso que pueda poner en riesgo el juego.
He sabido de historias similares a esta que nunca se acaban, que quedan suspendidas en un círculo interminable. Me pregunto si este será una de esas historias sin fin o por el contrario algún día nos daremos el gusto de llevarla a su desenlace. Siguiendo la tradición aristotélica solo estamos ante dos tipos de finales. Una opción es que el lazo se rompa por desgaste. La segunda conclusión es el final hollywoodense, el que todos repudiamos pero que todos queremos: el lazo demuestra que realmente es capa de resistir, convirtiéndose en una guía; en un camino que marca la ida y el regreso entre el amor y el deseo.
Gracias otra vez, pero al final de la lectura, tan buena sea, me queda un gusto amargo en la garganta, algo que me dice que el talento, injustemente, se alimenta de decepciones, de derrotas, para seguir buscando en palabras -me incluyo en el teorema-. El placer sigue igual, gracias Culebrero.
ResponderBorrarLa otra versión:
ResponderBorrarSin saberlo, él buscaba el espacio íntimo en el que podía expresar todo lo que tenía represado y que, aunque dicho antes, había necesidad de dejar salir. Reiterativo? Sí! Pero al parecer cada vez hay algo más que decir, es como si quedara la sensación de no haberlo dicho todo, pero en realidad si...creo. Sus lágrimas cayeron sobre el pecho de ella como gotas de cristal que se rompen al tocar la superficie y dejan salir toda su tristeza y dolor que llevan adentro.
Una vez más él la entiende, pero sigue creyendo que se trata de un juego, y todavía no se ha dado cuenta que aquí nadie está jugando, que la realidad es una, difícil de aceptar no lo dudo, pero eso sí está lejos de ser una jugarreta. Ella quisiera de corazón que todo fuera diferente, que mágicamente no hubiese más dolor ni sufrimiento, pero es inevitable...irónicamente pero así es.
Te quiero!
ranma: Los juegos son cosas muy serias y reales. El juego es una analogía interesante para entender diversos acontecimientos de la vida. No es peyorativo decir que el amor es un juego, por el contrario, le quita esa connotación sacralizada y lo vuelve algo mas humano.
ResponderBorrarJugamos para adoptar roles heterogéneos en los diferentes escenarios de la vida: alguna vez podemos ser el juez, en otra ocasión el condenado; la victima o el victimario; el ganador o el perdedor; el héroe o el actor secundario. Por supuesto, a casi nadie le gusta perder. Pero se aprende a pasar el mal rato y seguir adelante. Siempre hay en desarrollo nuevos juegos en los que uno se puede involucrar, con nuevos actores y nuevas situaciones. Yo también te quiero!
Ala, .... y es que no hay nadie mas en Barcelona??!! Qué tusa tan madre! La tristeza esta bien, la tusa NO!! Te sugiero algo menos trascendental, ya hiciste la tarea.... ahora es tiempo de recreo....Pilas!!
ResponderBorrarTu Oá