Experto de cabecera

El Avui (Hoy) es un periódico de corte centro izquierda nacionalista de Barcelona. En la contra del martes pasado uno de sus columnistas publicó su opinión sobre lo difícil que resulta a veces encontrar un experto que nos ayude a solucionar nuestros problemas. Para ilustrar su opinión el articulista o el editor (no sabemos quien fue el de la sutil idea) decidió utilizar una foto que de lejos cualquier Bogotáno distinguiría a kilómetros de distancia. La foto es de Reuters del fotógrafo José Miguel Gómez. En esta pieza magnifica del fotoperiodismo, se puede observar una zorra paseándose probablemente por la 26. En su plataforma descansa la carrocería de un taxi Chvrolet Chevet de placas SGA 149 de Santafé de Bogotá. El piloto conduce desde el lado derecho, como si estuviera paseándose por una calle londinense. A su lado, el copiloto, disfruta del cómodo viaje y oxigena sus pulmones con un poco de diesel quemado. El corcel que jala del coche, no es de paso fino colombiano, pero al menos se le ve en buena forma, lo cual dice mucho de sus cuidadores.

El articulista se queja de que muchas veces cuando se requiere de un experto por estas latitudes siempre es un costo de mas, pues para resolver un problema se tiene que consultar a mas de uno, por ejemplo el que arregla el microondas que es experto en electricidad y no en mecánica, “cuando lo que pasa es que la puerta del microondas no tranca bien”. Este problema frecuente en países que dicen ser del primer mundo como España, no sucede en países mal llamados del tercer mundo, pues en Colombia es fácil encontrar personas expertas en varios oficios. Por ejemplo, un carpintero que a la vez es pintor y electricista. Una secretaria, terapeuta y concubina. Un cirujano, artista y padre de tres familias. Un periodista, vendedor de maquinas de escribir, y con ínfulas de político. O el más especialista de todas las especialidades: el todero, no confundir con torero, que si bien puede llegar a serlo, es el personaje que cubre todas las actividades que los mandos medios y altos no desean hacer para no ensuciarse las manos: desde sacar una fotocopia, pasando por escribir un balance y en algunos casos servir tintos.