No tengo nada en contra de la navidad, solo que prefiero no entrar a un centro comercial por esta época, comprar regalos, ver navinieve y árboles de navidad en pueblos de tierra caliente donde papá noel tiene que cambiar el abrigo por unas camisa manga sisa.
Tampoco tengo nada en contra del espíritu navideño, pero trato de no dejarme llevar por el clima de consumo y desborde económico que por estas fechas se espera que todos hagamos.
Por eso estoy a favor de quienes se replantean la navidad y vuelven a la esencia. Aunque tiene un poco de reconstrucción posmoderno, la Anti-novena aprovecha lo mejor de esta tradición para satisfacer la gula de quienes encontramos por estas fechas la excusa perfecta para meternos una sobredosis de algunos de los mejores platillos de la cocina colombiana.
Como es bien sabido por los historiadores de la gastronomía colombiana, ante las largas jornadas de trabajo a las que ha sido sometida una sociedad servilmente explotada, las comidas con altas dosis de carbohidratos son fundamentales para mantener la energía belicosa que corre por nuestras venas.
En la anti-novena no se toca la pandereta, no se peca ni reza para empatar, no se cantan villancicos y tampoco se corre el tapete de la casa para después bailar los éxitos de Joselito. La Anti-novena es un espacio para escuchar la música que se nos apetezca al rededor de una mesa con buñuelos, natilla, arepas, tamales, de pronto un chocolate y alguna bebida espirituosa. Así de sensillo.
Tampoco tengo nada en contra del espíritu navideño, pero trato de no dejarme llevar por el clima de consumo y desborde económico que por estas fechas se espera que todos hagamos.
Por eso estoy a favor de quienes se replantean la navidad y vuelven a la esencia. Aunque tiene un poco de reconstrucción posmoderno, la Anti-novena aprovecha lo mejor de esta tradición para satisfacer la gula de quienes encontramos por estas fechas la excusa perfecta para meternos una sobredosis de algunos de los mejores platillos de la cocina colombiana.
Como es bien sabido por los historiadores de la gastronomía colombiana, ante las largas jornadas de trabajo a las que ha sido sometida una sociedad servilmente explotada, las comidas con altas dosis de carbohidratos son fundamentales para mantener la energía belicosa que corre por nuestras venas.
En la anti-novena no se toca la pandereta, no se peca ni reza para empatar, no se cantan villancicos y tampoco se corre el tapete de la casa para después bailar los éxitos de Joselito. La Anti-novena es un espacio para escuchar la música que se nos apetezca al rededor de una mesa con buñuelos, natilla, arepas, tamales, de pronto un chocolate y alguna bebida espirituosa. Así de sensillo.
Lastima que no pueda viajar desde aca (usa) para celebrar la anti-novena... Lo peor es que los colombianos, cuando salen de su tierra, asumen la identidad del imaginario de lo que significa ser colombiano. Imaginate esas novenas aca... llenas de lugares comunes y caricaturizaciones. Pateticas!!!!
ResponderBorrarIgual, nunca me han gustado las novenas.
Gracias por los buñuelos, el tamal, la arepita de choclo, en fin...qué buena antinovena!!!
ResponderBorrarAdemás, el concepto me parece de lo novedoso que haya visto, jeje!