
Hoy desperté y descubrí que no era un escarabajo de Kafka ni una teta de Philip Roth. Desperté en un lugar dónde soy un ciudadano de tercera clase y todavía tengo dudas si sea demasiado atrevido decir que soy ciudadano. Mi único derecho es gastar hasta el último céntimo de mi bolsillo para justificar que es rentable para este país contar con un extranjero más dentro de su censo. No sé si estoy dentro de un capullo construido con hilos de esperanza
o dentro de un féretro mortuorio
del cual estoy firmando un contrato de hipoteca.
Hemos cambiado tanto nuestro estilo de vida, personas y lugares, que hace que nos movamos en una constante dualidad o disyuntiva, que nos hace preguntarnos con cada paso que damos si tomamos la decisión correcta o la estamos cagando, si nos estamos vendiendo o lo hacemos por convicción propia, si faltamos a nuestros principios y creencias o nos estamos dando la oportunidad de cambiar, si nos volvimos insensibles o simplemente es miedo...
ResponderBorrar¿Qué incidente pudo provocar tan horrible sensación?
ResponderBorrar