Deseos de duermevela

Extraño las tardes grises de Bogotá. Por eso los domingos de lluvia me emocionan, especialmente cuando la noche anterior ha sido intensa. Entretanto añoro quedarme dentro de las cobijas hasta tarde. Después hacer el amor con la libido de la mañana, comer algo medianamente elaborado, tomarse un té y quizás volver a la cama.

Ayer mientras enredaba mis dedos en su pelo, besaba su nuca y escuchaba su voz en mi silencio, me veía despertándo junto a ella en este domingo lluvioso. Podía ver sus ojos como se abrían después de un sueño reponedor, sentir sus pies cruzándose con los míos por debajo de las cobijas, podía oler un dulce perfume desgastado por las horas de sueño compartido.

Hoy me despierto solo como de costumbre en este domingo tranquilo. Me hubiera gustado que mis caricias generaran el efecto deseado. Si me lo hubiera pedido abría apagado todas las luces de la ciudad y hubiera mandado a callar a los ruidosos borrachos de la calle.

Intenté seducirla con mis cariños, trate de convencerla sin palabras para que pudiéramos permanecer en ese estado de bienestar todo lo que quedaba de la noche. Quería que mis deseos fueran los suyos sin interrogarnos, evitando construir discursos innecesarios sobre el amor, obviando pretender ser algo que no somos. Simplemente compartir en una noche juntos nuestro desamparo.

1 comentario:

  1. Es el tipo de silencios mágicos en los que podría quedarme eternamente...lástima que haya que volver a la realidad y dejar de soñar tanto.

    Una excelente semana, y la mejor de sus noches. Muack!!

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