
La charla se extendió hasta que el alcohol terminó con el último filtro que nos separaba del deseo. Éramos un par de desconocidos buscando un poco de afecto. La fogosidad se consumió rápido. Ella pidió un baso de agua para asfixiar sus culpas. La abrace y con un beso apretado trate de decirle que al menos por esa noche no tendría que pensar en nada más. Se durmió con mi consuelo y yo descanse en medio de una corta pero placentera ficción paternal.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario