Comentario frustrado

No pude dejar un comentario en eltiempo.com, pues su registro de usuario es una porquería y no funciona. Además, me saca de quicio que me piden la cedula para reportar problemas en su página. Por eso he decidido publicar aquí mi comentario al artículo de opinión de María Jimena Duzán.

Para empezar a entendernos desde adentro, creo que hay que dejar esta tendencia de compararnos con otros países del mundo y otras realidades que poco se parecen a la nuestra. El terrorismo en España y la sociedad española son fenómenos cualitativamente diferentes a lo que ocurre en Colombia.

Colombia es un país en medio de una guerra irregular, y hechos lamentables como el de los once diputados son el resultado del paroxismo de unos actores armados que están tan traumados como sus víctimas. Los verdugos en Colombia fueron victimas y viceversa. Es un circulo vicioso que se repite desde hace lustros. Los ideales de los caudillos tiene mas tintes de venganza que un solido discurzo político. Solo hay que escuchar las historias de vida de Marulamda, Castaño y hasta el mismo Uribe. Victimas y victimarios de esta guerra fratricida.

Los que vivimos en la comodidad de las ciudades, evadimos la realidad que se vive fuera de nuestras fronteras y no salimos a la calle a protestar para no sentirnos vinculados con una guerra que no nos interesa comprender, porque a pesar de todo tenemos que seguir adelante con nuestra vida.

Esta realidad es muy diferente para los que habitan una apartada vereda a la que solo se puede llegar a pie. Estas personas que tienen enterrado el fusil, esperando que algún día venga quien sabe quien a quitarle su tranquilidad. Estas personas, si son inteligentes, tampoco salen a protestar pues están en medio de la guerra. No protestan pues esto significaría ser señalado por uno u otro bando.

Los colombianos tenemos miedo y especialmente de vernos al espejo, tenemos temor de reconocernos como diferentes en un país fragmentado. El temor nos lleva a ser violentos tanto por acción como por omisión. Nos cuesta mucho ponernos en los zapatos del otro y hasta que no lo hagamos seguiremos dentro del mismo circulo vicioso. Esto es como el alcoholismo, hasta que no lo reconozcamos nunca nos libraremos de la enfermedad.

2 comentarios:

  1. Anónimo3:00 p.m.

    De acuerdo con la 1a frase. Es sintoma de la xenofilia y de la imposibilidad en pensar con referentes propios.

    o-lu
    http://socioenlinea.blog.lemonde.fr/

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  2. Al parecer la gente salió a manifestarse... con lo cual se pone entre dicho lo que aquí argumento. De vez en cuando es bueno no tener la razón. Espero que este sea el comienzo de una reacción civil que permita de forma pacifica presionar a los actores armados y políticos.

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